El Real Monasterio de San Clemente supone
la primera fundación conventual de religiosas que se crea tras la incorporación
de la ciudad de Sevilla a la corona castellana en 1248, realizada por las
tropas de San Fernando.
Un primer examen de sus plantas nos
sorprende por su falta de tipicidad en comparación con la de otros conventos
cistercienses, y es que la distribución se encuentra aquí muy mediatizada por
la superposición de actuaciones en los distintos períodos históricos y la
acumulación de permanencias.
El monasterio posee dos compases, uno con
entrada desde la calle Reposo y la calle Santa Clara, donde también existe otra
puerta que da acceso al segundo compás. El primero nos introduce en la iglesia
y en el espacio dedicado anteriormente a huertas, y el segundo da paso al torno
y a la puerta reglar.
La portada a la calle Reposo, la que da
al compás grande de la iglesia, consta de un cuerpo central avanzado y dos
laterales. El central lo forma un arco de medio punto flanqueado por pilastras
almohadilladas. Los cuerpos laterales poseen sendos vanos adintelados ciegos
sobre los que se abren ojos de buey. En la parte superior, una hornacina con el
azulejo de San Clemente remata el frontón curvo partido.
La portada del nº 91 de la calle Santa
Clara es una puerta sencilla sobre cuyo dintel se conservan restos de un
azulejo con la fecha 1771. La del nº 92 da entrada al jardín que precede a la
iglesia, es almohadillada y en la parte superior posee una hornacina con un
azulejo de San Fernando.
Sus dependencias se estructuran en torno
a dos zonas presididas una por el claustro principal, que es la que posee una
estructura más clara, y otra por el compás de la calle Santa Clara, que posee
una estructura más confusa y edificaciones con un carácter menos unitario.
De lo que parece que fue huerta en los
últimos momentos de esplendor del monasterio (siglos XVII- XVIII) queda sólo un
pequeño espacio libre en la esquina de las calles Torneo y Calatrava.
Alrededor del claustro principal se
sitúan las dependencias más significativas: iglesia y refectorio, una muy poco
importante y marginal sala capitular y los dormitorios, todo ello edificado en
dos plantas.
Su planta es casi cuadrada, con dos
alturas y arquerías de columnas pareadas, abajo de medio punto y arriba de
arcos carpaneles en tres de sus frentes; el cuarto es ciego con balconeras
entre pilastras. En la construcción del mismo intervienen Diego López Bueno y
Miguel de Zumárraga a partir de 1617, finalizándose su construcción en 1632.
La iglesia se sitúa en el lado este del
patio y se orienta en sentido norte-sur. Es de una sola nave, un gran arco
toral que descansa sobre dos columnas dóricas empotradas en los muros da paso
al presbiterio, y los coros, bajo y alto, se sitúan a los pies. Delante de la
misma existe un atrio, fechable hacia 1615, formado por arcos sobre columnas de
mármol.
La nave se cubre con un magnífico techo
de alfarje de cinco paños que se puede fechar en torno a los años de
culminación de la iglesia y es uno de los más interesantes de la carpintería
sevillana de la segunda mitad del siglo XVI, el presbiterio con cúpula de media
naranja y el coro bajo por un artesonado a base de casetones serlianos con
decoración de temas vegetales, de principios del siglo XVII. En cuanto a la
decoración, toda la nave tiene un zócalo de azulejos del siglo XVI, y el coro
bajo unas vidrieras de principios del XVIII de Antonio de la Fuente.
El norte se ocupa con el sobrio
refectorio, tras él, la cocina y los restos de la huerta conventual. El ala sur
incorpora la sala capitular, la entrada al coro bajo y el llamado "patio
angosto". Tras ellos se sitúa la soberbia nave de los dormitorios antiguos
y el "patio de la abadesa".
Entre el coro y la nave de dormitorios
encontramos el más antiguo de los patios del monasterio; el "patio
mudéjar", que se compone de dos frentes de sencillas arquerías que se
cegaron posteriormente.
Datos históricos
El Real Monasterio de San Clemente supone
la primera fundación conventual de religiosas que se crea tras la incorporación
de la ciudad de Sevilla a la corona castellana en 1248, realizada por las
tropas de San Fernando.
El primer documento histórico del que se
tiene noticia es un privilegio de Alfonso X fechado en 1255, en el que se
refiere la circunstancia de la construcción del establecimiento cisterciense en
Sevilla. El arzobispo de Sevilla don Remondo funda la comunidad en un destacado
enclave, por razones históricas y morfológicas. Concretamente se situó sobre
los terrenos del que fue palacio de Bib-Ragel, residencia de verano del monarca
abbadita Almutamid I. La situación del palacio permitía la defensa del sector
noroeste de la ciudad.
De las obras del primitivo monasterio,
desde su fundación hasta el siglo XV, no nos quedan apenas vestigios; la
portada de la antigua iglesia, emplazada junto a la sala capitular, o los
pilares y pórticos de un claustro conocido como "patio mudéjar". En
los siglos XVI y XVII se produce un intenso período de reformas que proporcionó
al convento su actual estructura. El monasterio sufrió restauraciones
generalizadas en el siglo XVIII. La iglesia fue edificada bajo el patrocinio de
Felipe II y consagrada en 1588.
El 22 de Julio de 1811 las tropas
francesas expulsan a las monjas y las dependencias conventuales servirán para
cuartel y la iglesia para almacén. Las religiosas fueron acogidas en el cercano
convento de Santa Clara, regresando en Octubre de 1812, si bien la pujanza de
la comunidad se vería ahogada por la desamortización.
El monasterio fue restaurado para la
Exposición Universal de 1992, en que formó parte del Pabellón de la ciudad. Las
obras fueron patrocinadas por el Ayuntamiento de Sevilla con el concurso de una
entidad de ahorros y dirigidas por el arquitecto Fernando Villanueva Sandino.