domingo, 20 de diciembre de 2015

Real Monasterio de San Clemente



El Real Monasterio de San Clemente supone la primera fundación conventual de religiosas que se crea tras la incorporación de la ciudad de Sevilla a la corona castellana en 1248, realizada por las tropas de San Fernando.

El convento se enclava en el extremo noroeste de la manzana definida por las calles Torneo, Calatrava, Reposo, Yuste, Santa Clara, Arte de la Seda, Lumbreras, aunque en el pasado seguramente ocupara toda la manzana.

Un primer examen de sus plantas nos sorprende por su falta de tipicidad en comparación con la de otros conventos cistercienses, y es que la distribución se encuentra aquí muy mediatizada por la superposición de actuaciones en los distintos períodos históricos y la acumulación de permanencias.

El monasterio posee dos compases, uno con entrada desde la calle Reposo y la calle Santa Clara, donde también existe otra puerta que da acceso al segundo compás. El primero nos introduce en la iglesia y en el espacio dedicado anteriormente a huertas, y el segundo da paso al torno y a la puerta reglar.

La portada a la calle Reposo, la que da al compás grande de la iglesia, consta de un cuerpo central avanzado y dos laterales. El central lo forma un arco de medio punto flanqueado por pilastras almohadilladas. Los cuerpos laterales poseen sendos vanos adintelados ciegos sobre los que se abren ojos de buey. En la parte superior, una hornacina con el azulejo de San Clemente remata el frontón curvo partido.

La portada del nº 91 de la calle Santa Clara es una puerta sencilla sobre cuyo dintel se conservan restos de un azulejo con la fecha 1771. La del nº 92 da entrada al jardín que precede a la iglesia, es almohadillada y en la parte superior posee una hornacina con un azulejo de San Fernando.

Sus dependencias se estructuran en torno a dos zonas presididas una por el claustro principal, que es la que posee una estructura más clara, y otra por el compás de la calle Santa Clara, que posee una estructura más confusa y edificaciones con un carácter menos unitario.

De lo que parece que fue huerta en los últimos momentos de esplendor del monasterio (siglos XVII- XVIII) queda sólo un pequeño espacio libre en la esquina de las calles Torneo y Calatrava.

Alrededor del claustro principal se sitúan las dependencias más significativas: iglesia y refectorio, una muy poco importante y marginal sala capitular y los dormitorios, todo ello edificado en dos plantas.

Su planta es casi cuadrada, con dos alturas y arquerías de columnas pareadas, abajo de medio punto y arriba de arcos carpaneles en tres de sus frentes; el cuarto es ciego con balconeras entre pilastras. En la construcción del mismo intervienen Diego López Bueno y Miguel de Zumárraga a partir de 1617, finalizándose su construcción en 1632.

La iglesia se sitúa en el lado este del patio y se orienta en sentido norte-sur. Es de una sola nave, un gran arco toral que descansa sobre dos columnas dóricas empotradas en los muros da paso al presbiterio, y los coros, bajo y alto, se sitúan a los pies. Delante de la misma existe un atrio, fechable hacia 1615, formado por arcos sobre columnas de mármol.

La nave se cubre con un magnífico techo de alfarje de cinco paños que se puede fechar en torno a los años de culminación de la iglesia y es uno de los más interesantes de la carpintería sevillana de la segunda mitad del siglo XVI, el presbiterio con cúpula de media naranja y el coro bajo por un artesonado a base de casetones serlianos con decoración de temas vegetales, de principios del siglo XVII. En cuanto a la decoración, toda la nave tiene un zócalo de azulejos del siglo XVI, y el coro bajo unas vidrieras de principios del XVIII de Antonio de la Fuente.

El norte se ocupa con el sobrio refectorio, tras él, la cocina y los restos de la huerta conventual. El ala sur incorpora la sala capitular, la entrada al coro bajo y el llamado "patio angosto". Tras ellos se sitúa la soberbia nave de los dormitorios antiguos y el "patio de la abadesa".

Entre el coro y la nave de dormitorios encontramos el más antiguo de los patios del monasterio; el "patio mudéjar", que se compone de dos frentes de sencillas arquerías que se cegaron posteriormente.

Datos históricos

El Real Monasterio de San Clemente supone la primera fundación conventual de religiosas que se crea tras la incorporación de la ciudad de Sevilla a la corona castellana en 1248, realizada por las tropas de San Fernando.

El primer documento histórico del que se tiene noticia es un privilegio de Alfonso X fechado en 1255, en el que se refiere la circunstancia de la construcción del establecimiento cisterciense en Sevilla. El arzobispo de Sevilla don Remondo funda la comunidad en un destacado enclave, por razones históricas y morfológicas. Concretamente se situó sobre los terrenos del que fue palacio de Bib-Ragel, residencia de verano del monarca abbadita Almutamid I. La situación del palacio permitía la defensa del sector noroeste de la ciudad.

De las obras del primitivo monasterio, desde su fundación hasta el siglo XV, no nos quedan apenas vestigios; la portada de la antigua iglesia, emplazada junto a la sala capitular, o los pilares y pórticos de un claustro conocido como "patio mudéjar". En los siglos XVI y XVII se produce un intenso período de reformas que proporcionó al convento su actual estructura. El monasterio sufrió restauraciones generalizadas en el siglo XVIII. La iglesia fue edificada bajo el patrocinio de Felipe II y consagrada en 1588.

El 22 de Julio de 1811 las tropas francesas expulsan a las monjas y las dependencias conventuales servirán para cuartel y la iglesia para almacén. Las religiosas fueron acogidas en el cercano convento de Santa Clara, regresando en Octubre de 1812, si bien la pujanza de la comunidad se vería ahogada por la desamortización.

El monasterio fue restaurado para la Exposición Universal de 1992, en que formó parte del Pabellón de la ciudad. Las obras fueron patrocinadas por el Ayuntamiento de Sevilla con el concurso de una entidad de ahorros y dirigidas por el arquitecto Fernando Villanueva Sandino.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Hospital de las cinco llagas



 

La construcción del Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre se inició solemnemente el 12 de marzo de 1546. Su construcción se debe a la voluntad de don Fadrique Enríquez de Ribera, que decidió alzar un nuevo edificio para albergar la fundación de caridad que en 1500 creara su madre, doña Catalina de Ribera.

La edificación fue iniciada por Martín de Gaínza, quien la dirige hasta su muerte en 1556. Los patronos de la institución designan en 1558 a Hernán Ruiz II para continuar con las obras, y el hospital se inaugura un año más tarde, aunque los trabajos continúan hasta bien entrado el siglo XVII. Otros aparejadores y arquitectos destacables, como Francisco Sánchez, Juan de Minjares o Asensio de Maeda, se suceden en las intervenciones, que nunca llegan a finalizarse por completo.

La planta rectangular del edificio guarda grandes similitudes con el Hospital Mayor de Milán. El espacio interior se organiza en torno a diez patios, de los que sólo se llegaron a construir nueve y hoy se conservan ocho. Los patios y las amplias galerías permiten la entrada de sol y garantizan la ventilación exterior, según el modelo de hospital renacentista.

El alzado de la fachada se realiza mediante dos plantas divididas en módulos por pilastras jónicas y toscanas, con ventanas rematadas por frontones triangulares. En ella se sitúa la portada de acceso principal, terminada en 1617 por Miguel de Zumárraga.

La particularidad la marca la iglesia , situada exenta en el patio central y de mayor altura que el resto del edificio. Presenta planta de cruz latina con brazos cortos, capilla mayor semicircular y sacristía rectangular tras ella. Su ejecución corresponde a Hernán Ruiz II, que la dota de gran coherencia formal y decorativa. La portada principal del templo ofrece esquema de arco triunfal, con dos cuerpos, dórico el bajo y jónico el superior, rematados por un frontón. Destacan los relieves de las virtudes teologales, labrados por Juan Bautista Vázquez el Viejo en 1564. En el interior, lo más destacado es su monumental orden jónico, así como las bóvedas que cubren la nave y el crucero. En la cabecera se sitúa el retablo mayor, cuyo diseño se atribuye a Asensio de Maeda, y la ejecución de las pinturas, fechadas en 1602, al pintor rondeño Alonso Vázquez.

El hospital estuvo dotado de condiciones higiénicas excepcionales en su momento, como cloacas o abastecimiento de agua por medio de un acueducto. Durante su existencia realizó una gran labor asistencial, especialmente en épocas de inundaciones o epidemias. Desde su apertura estuvo en manos privadas hasta la Desamortización de Mendizábal. Al asumir la Diputación de Sevilla las ayudas asistenciales y la beneficencia, pasa a ser la titular del mismo hasta su cesión a la Junta de Andalucía.

El cierre del hospital se produce en febrero de 1972 debido a su pésimo estado de conservación, aunque se siguen manteniendo algunos servicios sanitarios. El declive fue resultado natural del paso del tiempo y de los avatares históricos y políticos, que lo sumergen en una aguda crisis ya en el siglo XIX, continuada en el siglo XX, donde a pesar de desarrollarse en él los mejores años de la medicina en Sevilla, la lucha por sus recursos y espacios dejan de lado la necesaria conservación.

Diez años después de su desalojo, y sin haber sido ajeno a distintos expolios, se inician los pasos para la generosa cesión del edificio a las instituciones autonómicas por parte de la Diputación de Sevilla, dueña del mismo desde su desamortización en el s.XIX, y en el que realizó una importante asistencia benéfica. En 1986 se elaboran los primeros proyectos y un año más tarde se inician las obras, que concluyen en 1992. El 28 de febrero de ese año el Parlamento de Andalucía estrenó su sede.En esta primera fase se restauraron los patios de Farmacia , de San Carlos , del Recibimiento , del Alcohol y de Cobalto , situados tras la fachada principal. Fue adaptada la iglesia como Salón de Plenos y las salas de enfermería que la rodean como Biblioteca, Sala de Usos Múltiples y salas de Comisiones. En total se rehabilitaron para el Parlamento de Andalucía 48.648 metros cuadrados de superficie.