viernes, 10 de junio de 2016

San Luis de los Franceses


La iglesia del antiguo noviciado de la Compañía de Jesús constituye uno de los ejemplos más sobresalientes del barroco sevillano. La originalidad del edificio radica muy especialmente en el trazado de su planta, única en Sevilla, y de marcada influencia italiana.

En el año 1609 dispuso la Compañía de Jesús instalar un noviciado, bajo la advocación de San Luis Rey de Francia, en Sevilla. Desde los primeros momentos se preocupó la Orden de la edificación de un templo que satisficiese las necesidades del Noviciado, pero las obras no dieron comienzo hasta 1699, finalizándose en 1731 y siendo bendecida en Noviembre de ese mismo año. Fue consagrada la Iglesia en honor de San Luis, Rey de Francia y de los Santos mártires Benito y Casto en 1733.

La iglesia se ha atribuido a Leonardo de Figueroa, aunque se considera que la planta vino impuesta por la Compañía de Jesús, llevándose a cabo intervenciones posteriores al cargo de Antonio Matías de Figueroa y Diego Antonio Díaz.

El templo de San Luis y el Noviciado fueron poseídos por la Compañía de Jesús hasta que se decretó la expulsión de los miembros de la Orden, por el Rey Carlos III. Tras este hecho el edificio quedó sin uso, destinándose luego a Seminario Clerical.

En 1784, es ocupado por la comunidad de franciscanos descalzos bajo la advocación de San Diego, cuyo convento situado en las espaldas de San Telmo, había sufrido graves daños en una gran avenida del Guadalquivir acaecida en 1783. Permanecieron aquí los religiosos durante veinticinco años, hasta que la invasión francesa provocará su exclaustración en 1810.

Posteriormente los franceses establecieron un Hospicio donde se recogían a los religiosos ancianos y pobres de todas las órdenes. Pasada esta época volvieron a ocuparlo los dieguinos hasta su devolución a la Compañía de Jesús en 1817, que lo ocupó hasta que en 1835 volvieron a ser desposeídos de él por orden de la Reina.

La iglesia y el noviciado, tras un breve destino como casa de beneficencia, fueron dedicados a Hospicio Provincial.

En 1920 un rayo penetró por el lado occidental de la bóveda y en su recorrido hizo destrozo en ella, en la imagen alta, cornisa general y bóveda del coro; sufragando la restauración la Superiora Sor Dominica Erezuna con sus fondos particulares.

La iglesia contiene un complejo programa iconográfico jesuítico en cuya ejecución trabajaron los mejores artistas sevillanos del siglo XVIII como Pedro Duque Cornejo, Lucas Valdés, Domingo Martínez, etc., destacando los retablos, las pinturas murales y la cúpula.

La iglesia del antiguo noviciado de la Compañía de Jesús constituye uno de los ejemplos más sobresalientes del barroco sevillano. La originalidad del edificio radica muy especialmente en el trazado de su planta, única en Sevilla, y de marcada influencia italiana.

Dada esa posibilidad, el arquitecto sevillano Leonardo de Figueroa, máxima figura del barroco local en su momento de mayor creatividad, y cuya intervención en la iglesia está documentada, se limitaría a actuar como simple maestro de obras, lo cual no fue obstáculo para que se decidiera a introducir en ellas su característica impronta decorativa. Otros arquitectos intervinieron también en la ejecución de esta iglesias, como Antonio Matías de Figueroa, hijo del anterior, y Diego Antonio Díaz.

La planta de la iglesia se resuelve en un rectángulo donde incluye un espacio centralizado resuelto con planta de cruz griega, casi circular, cubierto por una enorme cúpula sobre tambor que le otorga intensa iluminación al conjunto. Cuatro espacios semicirculares se abren en cada frente de este recinto, sirviendo el frontal de Capilla Mayor. El interior se articula con elegantes columnas salomónicas sobre alto pedestal, entre las que se abren capillas, hornacinas y tribunas en dos cuerpos, con amplio friso decorado sobre el que se alzan el tambor y la cúpula.
Detalle de la decoración escultórica central en fachada.

Un amplio programa iconográfico de exaltación jesuítica cubre por completo los muros y la cúpula de la iglesia, donde dejan parte de su mejor trabajo profesional pintores de la talla de Lucas Valdés y Domingo Martínez, así como el escultor Pedro Duque Cornejo. En su aspecto decorativo hay que hacer especial mención del diseño en las tallas de madera y de forja que muestran las tribunas en sus balcones y celosías. El retablo principal, con lienzos de la escuela de Zurbarán, da muestra de la versatilidad de Duque Cornejo, artista que combina con facilidad y maestría la rica colección de cuadros de distintos formatos con espejos, relicarios y cortinajes.

La fachada de la iglesia cuenta también con un planteamiento espectacular, aunque su falta de perspectiva, en el estrecho tramo de la calle San Luis donde se ubica, le priva de la visión que le otorgó su autor, pensando quizás en un espacio más amplio para ser contemplada. Se levanta en dos cuerpos de altura: uno primero porticado con cinco vanos que alternan el ritmo de arco y dintel, que se corresponden en el segundo con ventanales decorados con frontón alterno curvo y recto. Una balaustrada corona el frente, interrumpida por frontón con ángeles con el escudo real; y dos torres de planta octogonal cierran la fachada, centrando entre ellas el potente volumen de la cúpula revestida como aquellas con azulejos y tejas en blanco y azul. Elemento importante de esta fachada es la admirable labor decorativa tallada en ladrillo que refuerza con intensidad sus elementos, en los que se muestra la impronta característica de Leonardo de Figueroa.

Dos torres campanario, de planta octogonal, se levantan a ambos lados de la fachada, siguiendo el eje de los huecos extremos. En ellas se alternan vanos de medio punto, doblados, con hornacinas aveneradas que portan esculturas de santos y evangelistas, flanqueadas por columnas decoradas en su tercio inferior y superior y estriadas. Este cuerpo se presenta recorrido por un entablamento con cornisa decorada con casetones y cornisa moldurada y saliente. El segundo cuerpo, también octogonal, es macizo y presenta decoración de recortes y molduras mezclados con azulejos vidriados en azul. Las torres se encuentran rematadas por un cupulín con nervios y tejas vidriadas en azul y blanco, coronado por una linterna con veleta y cruz de forja.

Por fin parece que esta joya del Barroco sevillano reabrirá sus puertas, tras un largo periodo de restauración, para la próxima Bienal de Flamenco, que se celebrará entre el 9 de septiembre y el 2 de octubre, según  director del certamen, Cristóbal Ortega, y el delegado de Cultura, Antonio Muñoz, han anunciado la medida este jueves en Fitur durante la presentación de la programación cultural del próximo otoño en la ciudad. No será mal momento para disfrutarla.

sábado, 16 de abril de 2016

Palacio de San Telmo


El máximo esplendor de este edificio lo alcanzó a mediados del siglo XIX, cuando se convirtió en residencia de los duques de Montpensier.

El 10 de marzo de 1682 se inició la construcción del edificio sobre unos terrenos ubicados extramuros de la ciudad, que eran propiedad del Tribunal de la Inquisición, para instalar en él la sede del Colegio-Seminario de la Universidad de Mareantes, institución que acogía y formaba a huérfanos de marineros, y que se convirtió un siglo después en el Colegio de la Marina, en el que ingresó en 1846 el poeta Gustavo Adolfo Bécquer. La denominación de San Telmo es debido a que éste es el patrón de los navegantes, y su figura preside la imponente puerta principal. Anteriormente, durante los siglos XVI y XVII, la Universidad de Mareantes estuvo situada en la calle Betis.

A partir de 1847 dejó de funcionar como tal, y fue destinado para diferentes usos, siendo sede de la Sociedad del Ferrocarril o de la Universidad Literaria, encontrándose infrautilizado y con sus obras paralizadas.

El máximo esplendor de este edificio lo alcanzó a mediados del siglo XIX, cuando se convirtió en residencia de los duques de Montpensier. Es en 1849 cuando este edificio fue adquirido por Antonio de Orleans y María Luisa Fernanda de Borbón, duques de Montpensier, que lo convirtieron en su residencia oficial.

Los Duques de Montpensier compran el edificio, las fincas del antiguo convento de San Diego y la Huerta de Isabela, fijando aquí su residencia. Se termina la torre norte, se levanta el ala este y salón de baile al sur, y se restaura la portada principal incorporando escudos de las casas de Orleáns-Borbón y se remata con un reloj.

Las fincas del convento y huerta Isabela se ajardinan al estilo versallesco y se cercan todas las propiedades por cancel de fundición sevillana.

Las nuevas estancias son estucadas y doradas por Pelli y Rossi y vestidas sus paredes por pinturas traídas del Palacio de Vista Alegre. Los techos del salón de baile son decorados por Rafael Tejeo.

Antonio de Orleans, Duque de Montpensier, aspiró a la corona de España intentando un matrimonio con Isabel II, pero finalmente casó con su hermana, la infanta María Luisa Fernanda, renunciando a cualquier pretensión. No obstante, llegaron a constituir una minicorte, realizando viajes oficiales a diferentes puntos de España, al estilo de la realeza (como los realizados a Málaga o Covadonga), o apoyando a diferentes artistas, entre los que destacaron, además de pintores, un cierto número de practicantes de ese nuevo arte, casi mágico, que se llamaba Fotografía. El Duque se convirtió en un gran aficionado, no faltando en su biblioteca álbumes repletos de vistas de Masson, Clifford y otros. A finales de siglo, muerto ya su esposo, la infanta María Luisa cedió a la ciudad de Sevilla una gran parte del terreno anexo al palacio, espacio en el que se construyó el parque y jardín que lleva su nombre.

El terreno anexo al palacio abarcaba gran parte de lo que hoy es el parque de María Luisa, y tenía su propio embarcadero para comunicarse con el río Guadalquivir.

El salón principal del palacio fue escenario el 12 de diciembre de 1877 de la pedida de mano de su hija María de las Mercedes de Orleans por parte del duque de Sesto, José Isidro Osorio y Silva-Bazán, y el senador Francisco Marín de San Martín, marqués de la Frontera, en nombre de Alfonso XII de España, mediante una carta manuscrita del rey.

Al fallecer en 1897 la infanta María Luisa Fernanda, duquesa viuda de Montpensier, legó el palacio a la Archidiócesis de Sevilla y cedió sus jardines, que hoy forman el Parque de María Luisa, a la ciudad de Sevilla, aunque su trazado fue modificado con ocasión de la exposición de 1929.

En 1901, siendo arzobispo de la ciudad Marcelo Spínola, el palacio se convirtió en seminario, hasta el año 1989 en que fue cedido por el arzobispado de Sevilla a la Junta de Andalucía, para albergar la sede del gobierno autonómico, uso que mantiene en el día de hoy.

En 1991 se comenzó su rehabilitación para convertirlo en sede oficial de la presidencia de la Junta de Andalucía, iniciándose en 2005 una segunda fase de restauración centrada principalmente en rescatar la estructura original y detalles del interior del edificio, que habían sido sometidos a múltiples intervenciones que los habían desvirtuado. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra.

Descripción del edificio

El palacio está considerado como uno de los más bellos ejemplos del barroco sevillano. La planta es rectangular, con dos plantas más ático, torreones en las esquinas, jardines y varios patios interiores, contando el principal con un claustro cuadrado en el centro.

Su construcción se inicia en 1.682. Las obras estuvieron a cargo de Antonio Rodríguez (1682 a 1696) y tras un periodo de inactividad fue terminado por Leonardo de Figueroa (1722 a 1730).

En su fachada principal destaca su portada de estilo churrigueresco terminada en 1754. Es obra de Matías y Antonio Matías Figueroa, hijo y nieto de Leonardo de Figueroa. Su coste fue de 50.000 pesos. La portada se compone de tres cuerpos, el de abajo está compuesto por una puerta flanqueada por tres columnas toscanas a cada lado con fustes ornamentados, que sirven para sustentar el segundo cuerpo, formado por un balcón balaustrado sostenido por atlantes con aspectos de indios. Rodean al balcón doce figuras de mujer, alegóricas de las ciencias y las artes relacionadas con los estudios de náutica. Remata la fachada un conjunto en el que, enmarcada por columnas, se encuentra la figura de San Telmo, patrón de los navegantes, flanqueado por los patronos de la ciudad: San Fernando y San Hermenegildo.

En el interior destaca la escalera imperial terminada en 1796, el salón de columnas, decorado con pinturas de Rafael Tegeo, y una iglesia o capilla, con decoración barroca y pinturas murales de Domingo Martínez.

La capilla, a la que se accede desde uno de los patios es obra del arquitecto Leonardo de Figueroa y en su decoración interior participaron: Pedro Duque y Cornejo como escultor, Miguel de Quintana como cantero, Domingo Martínez como pintor y Juan Tomás Díaz como carpintero, y es de un exuberante barroquismo. Está presidida por la imagen de Nuestra Señora del Buen Aire, una talla de principios del siglo XVII. Las figuras de “San José” y “San Antonio” son obras de Duque Cornejo y el cancel con motivos astrológicos de Juan Tomás Díaz.

Al instalarse los Montpensier, a mediados del siglo XIX, el palacio sufrió importantes reformas, entre ellas la de la fachada septentrional que hoy da a la calle Palos de la Frontera, en dirección al Hotel Alfonso XIII, en la que se dispusieron una serie de esculturas de tamaño natural representando a los Doce Sevillanos Ilustres, ejecutadas en 1895, obra del escultor romántico Antonio Susillo. Estas esculturas son las siguientes:



• Juan Martínez Montañés, escultor.
• Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz y capitán general de la Reconquista de Granada.
• Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, pintor.
• Miguel de Mañara. Caballero y filántropo fundador del Hospital de la Caridad.
• Lope de Rueda, escritor.
• Diego Ortiz de Zúñiga, historiador y escritor.
• Fernando de Herrera, poeta.
• Luis Daoíz, héroe militar de la Guerra de la Independencia Española.
• Benito Arias Montano, humanista.
• Bartolomé Esteban Murillo, pintor.
• Fernando Afán de Ribera y Enríquez, duque de Alcalá, humanista.
• Fray Bartolomé de las Casas, religioso, obispo de Chiapas, (México) y protector de los indios.

Entre ellos hay tres que son sevillanos de adopción, pues no nacieron en la ciudad, aunque vivieron y murieron en ella, y son: Benito Arias Montano, de Fregenal de la Sierra (Badajoz), Rodrigo Ponce de León, de Cádiz, y Juan Martínez Montañés, de Alcalá la Real (Jaén).

lunes, 1 de febrero de 2016

Palacio de Mañara


  
El edificio responde al modelo de casa renacentista, si bien los diferentes avatares y propietarios por lo que ha ido pasando, han introducido modificaciones que han alterando el tipo, aún sin perder la claridad de aquel.
 
La Casa-Palacio de Mañara o casa natal de Miguel de Mañara, se sitúa en la calle Levíes, con una fachada trasera a la de Garci Pérez. La fachada principal ocupa prácticamente el rincón que forman Levíes y San Bartolomé, donde se encuentra, muy próxima, la fachada lateral de la iglesia parroquial. Se encuentra ubicada en el centro de lo que fue la aljama o antigua judería de Sevilla. Esta abarcaba el sector comprendido entre el Alcázar y las proximidades de la puerta de Carmona, es decir, los barrios o collaciones correspondientes a las parroquias de la Santa Cruz y de San Bartolomé. La judería se abría hacia el exterior de la ciudad por la puerta de la Carne, de la cual partía hacia el interior la calle principal, que hoy toma los nombres sucesivos de Santa María la Blanca y San José y que separaba las collaciones mencionadas.

El edificio responde al modelo de casa renacentista, si bien los diferentes avatares y propietarios por lo que ha ido pasando, han introducido modificaciones que han alterando el tipo, aún sin perder la claridad de aquel. Está organizada en torno a tres partes diferenciadas, una zona de carácter noble, una segunda zona de servicio y un sector para las cuadras. La entrada al palacio se realiza a través de un zaguán y un patio delantero con un pequeño apeadero con doble arcada, tras el que se accede al patio central, que constituye uno de los elementos más destacados del conjunto, con arquería sobre columnas en las dos plantas. Destacan también las yeserías del patio, diseñadas por Diego López Bueno. En el centro se encuentra la fuente de mármol blanco, de procedencia italiana, citada anteriormente. En uno de los extremos, se sitúa la escalera de dos tramos.

Las estancias de la planta superior distribuidas en torno al patio, presentan techumbre de tradición mudéjar y tardorenacentista, estando cubiertas en su mayor parte por alfarjes y artesonados de madera. En los lados menores del inmueble existen dos patios de carácter secundario, a los que comunican una serie de dependencias de forma rectangular y cuadrada, con columnas y entablamento de madera.

La fachada principal del palacio se sitúa hacia la calle Levíes y presenta dos plantas divididas en calles separadas por pilastras adosadas al muro. El acceso a la casa está localizado en la tercera calle del lado izquierdo del muro, la decoración exterior se encuentra complementada por un conjunto de once rejas desiguales en sus formas, que constituyen un muestrario de la forja sevillana del siglo XVII. La fachada mantiene una forma irregular ceñida a la sinuosidad y el carácter quebrado con los que estaba concebido el entorno urbano de la casa.

La portada data del año 1540, se halla flanqueada por dos columnas de orden toscano, cuyos pedestales están decorados con relieves en los que figuran escudos de armas cruzados. En el friso, decorado con ménsulas, alternan bucráneos con máscaras florales. La decoración pictórica conservada en esta fachada, descubierta en la última restauración, presenta elementos de muy diversa índole: las pilastras se decoran con imitación de sillares, mientras que en el resto del muro la decoración es de ladrillos. En los lugares que falta la ornamentación, ésta se ha completado con pintura.

Historia

Las primeras noticias que se tienen del edificio son del siglo XV. Este se construye, por uno de los miembros de la familia de los Almansa, aprovechando elementos de construcciones anteriores. Restos de esta primitiva casa mudéjar son los zócalos con pinturas murales del salón de la planta baja, fechados probablemente en el segundo tercio del siglo XV.

En 1519 la casa es utilizada como vivienda por Juan de Almansa y su mujer Constanza de Alcocer. En 1532 encarga, al taller del escultor Antonio María Aprile da Carona de Génova, las columnas, balaustradas y solería de mármol con las que decoraría el patio principal.

En 1623 Diego de Almansa, fiscal de Rey en la Real Audiencia, pone en subasta pública la Casa de Mañara. El gran auge experimentado por Sevilla en el siglo XVI, atrajo a numerosos extranjeros que vinieron a buscar riquezas y prosperidad. Uno de ellos fue Tomás de Mañara, Leca y Colona, que compró en el siglo XVI en 13.000 ducados de plata.

Tomás de Mañara muere en 1648, queda como heredero su hijo Miguel, quién no heredó las dotes de comerciante de su padre, dedicándose en los últimos años de su vida a la beneficencia, fue Benefactor del Hospital de la Caridad y revitalizador de la Hermandad, cuyo fin primordial era dar sepultura a los ahogados y ajusticiados. En 1674, abandonó su casa del barrio de la judería para vivir en otra más cercana a la Santa Caridad, donde muere en 1679.

Durante gran parte del siglo XVIII, esta vivienda fue alquilada en varias ocasiones por sus herederos, figurando, entre otros como inquilinos, Pedro Fillot y Manuel Prudencio de Molviedro. En el siglo XIX, sirvió como cuartel para las tropas del mariscal francés Soult. Concretamente fue destinada a alojamiento de la escolta del mariscal Duque de Trebiso.

Posteriormente pasó a ser propiedad de José Vargas Zúñiga y María Josefa Federigi, heredera ésta última del mayorazgo donde se incluía la casa. En 1916 la Hermandad de la Santa Caridad compra el edificio por la cantidad de 77.500 pts. A partir de esta fecha el inmueble tuvo usos muy diversos, todos ellos relacionados con labores industriales, como la manufactura del corcho, la fabricación de alfileres de latón y la hilaturas de la fábrica Fabra y Coats. A partir de los años cincuenta y hasta 1970, fue convertida en escuela pública. Finalmente tras un periodo de abandono total y tras ser incluido en el Plan de rehabilitación del Barrio de San Bartolomé, se comenzaron las obras de rehabilitación en 1989, destinándose a sede de la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.