jueves, 6 de agosto de 2015

Hospital de los Venerables


El Hospital de los Venerables Sacerdotes fue fundado por Justino de Neve en 1675 como asilo de todos aquellos sacerdotes enfermos, ancianos o transeúntes. Se trata de uno de los edificios más importantes del barroco sevillano, obra de Leonardo de Figueroa. Está situado en pleno corazón del barrio de Santa Cruz. El edificio fue cedido en 1991 por el arzobispado y la hermandad de los Venerables a la Fundación Focus-Abengoa (Fundación de Cultura de Sevilla), quien restauró y acondicionó el edificio para nuevas funciones.

El edificio consta de dos plantas y está integrado por el templo y lo que fue la residencia. El hospital se articula en torno a un gran patio al que se accede a través de la plaza de los Venerables. El original patio cuenta con galerías de arcadas circulares decoradas con azulejos, conjunción de influencias entre claustro conventual y patio sevillano. El patio se completa con una fuente central rodeada de una escalinata concéntrica descendente, estructura original motivada por problemas de abastecimiento de agua en el asilo. La escalera está cubierta por una bóveda elíptica decorada con yeserías barrocas. Una vez se entra en la iglesia, se accede a una sola nave rectangular cubierta por bóveda de medio cañón con lunetas y arcos fajones. La iglesia fue consagrada a san Fernando en 1698 y destaca por su decoración a base de pinturas murales en el presbiterio y la sacristía, realizadas por Valdés Leal. También la bóveda y los muros de la nave tienen murales, ejecutados éstos por Lucas Valdés. El Retablo Mayor está presidido por un gran lienzo donde se escenifica la Última Cena de Cristo, realizada también por Lucas Valdés. Contiene esculturas de gran valor, como las de San Fernando y San Pedro, realizadas por Pedro Roldán, y las de San Esteban, obra de Martínez Montañés.

El Hospital de los Venerables constituye una de las edificaciones mejor conservadas en su totalidad de la arquitectura sevillana de la segunda mitad del siglo XVII, fase de desarrollo del estilo barroco.

La construcción de este singular edificio comenzó en 1676, bajo la dirección del arquitecto Juan Domínguez, concluyéndose en 1697, bajo la dirección de Leonardo de Figueroa.

En la calle Jamerdana, se alza la fachada del templo, pero la entrada al edificio se realiza por la Plaza de los Venerables, donde se entra a un bello apeadero que conduce directamente al patio central. A la derecha de este apeadero, a través de un cancel, se situaba la casa del administrador de la institución que ocupaba anteriormente el edificio, abarcando dos plantas, que ahora alberga los despachos de dirección y la Sala de Juntas.

La zona central del edificio la ocupa un bello patio mezcla de claustro conventual y patio de casa sevillana, adosándose al lado norte la iglesia, que ocupa todo este frente. Este patio principal es la pieza arquitectónica de mayor belleza e interés del Hospital y sus características actuales son idénticas a las del momento de su construcción, salvo algunas pequeñas modificaciones de solería y alicatados posteriores. Su planta es cuadrada, con galería abierta en la parte inferior con arquerías que se asientan sobre columnas de mármol de orden toscano con base ática, de modelo vignolesco.

La mezcla de colores del conjunto, tanto en el patio como en las fachadas, entre el blanco de la cal y el rojo del ladrillo de pilastras, arquitrabes y cornisas, las primeras con vitolas muy marcadas, dan una gran unidad estética al conjunto y una visión cromática muy característica.
Descripción

El segundo cuerpo de este patio está cerrado y se abre al exterior a través de balcones situados sobre el eje de los arcos inferiores. Entre los vanos se alzan pilastras de ladrillo vitolado que caen a plomo sobre las columnas del cuerpo inferior.

La galería baja se encuentra a un nivel más alto que el centro del patio, donde se encuentra una fuente rodeada por una escalinata concéntrica de ladrillo y azulejos de peculiar estilo. Problemas de abastecimiento de aguas al Hospital motivaron esta solución muy original, debido a la altura a la que se situaba la construcción. La bella pila central fue diseñada por Simón de Pineda y labrada por Francisco Rodríguez, la azulejería primitiva del patio fue realizada por el maestro Melchor Moreno.

En el costado oriental del patio se ubicaba la Enfermería baja, hoy Sala de Exposiciones. Esta estancia es un gran salón rectangular con arquería central y cubierta plana. En las enjutas de los arcos florece una carnosa decoración de yeserías con símbolos del papado relacionables con la advocación del Hospital de San Pedro.

 La planta alta, también Sala de Exposiciones, repite la disposición de la inferior y fue destinada para ser habitada en las estaciones frías del año. Quizá pueda significarse en ella la Enfermería alta, situada sobre la anterior, directamente comunicada con el coro de la iglesia y, en el ángulo sudeste, la torre mirador superior al refectorio alto, cubierta con armadura de estilo mudéjar.
Detalle Azulejo de Reflejo metálico. Realizado en Triana fines S.XIX. sacristía Iglesia del Hospital de los Venerables. Fundación Focus-Abengoa. Sevilla

Detalle Azulejo de Reflejo metálico. Realizado en Triana fines S.XIX. sacristía Iglesia del Hospital de los Venerables. Fundación Focus-Abengoa. Sevilla

Arquitectónicamente la Iglesia del Hospital de los Venerables, usada ahora como Auditórium musical, enriquecida además con la construcción de un nuevo órgano, responde al tipo tradicional sevillano de la segunda mitad del siglo XVII. Es decir, templo de planta rectangular, de una sola nave, encajonada, cubierto con bóveda de medio cañón con lunetos y arcos fajones, mientras que el crucero, levemente acusado en planta, se cubre con una media naranja gallonada y encamonada, sin tambor, que no se trasdosa al exterior, pues está cubierta por un tejado a cuatro aguas con buhardillas. Su interior ofrece el interés de la utilización de capiteles en forma de ménsulas.

Toda la iglesia se encuentra pintada, tanto paramentos verticales como techos, desarrollando por Valdés Leal y su hijo Lucas Valdés, un riquísimo programa iconográfico, seguramente auspiciado por el canónico impulsor de las obras D. Justino de Neve, con una clara estructura eclesialógica, pretendiendo devolver autoridad moral a la Iglesia y dignidad a la jerarquía y al clero, siendo notable la que decora el techo de la Sacristía, donde también podemos ver una espléndida cajonería que sirve para guardar ricos ternos sagrados. No hemos de olvidar las diversas piezas de orfebrería que conserva la institución.

Así mismo, cabe resaltar las magníficas esculturas de San Pedro y San Fernando, obras de Pedro Roldán, situadas al pie de la nave debajo del coro, los retablos debidos a Juan de Oviedo, el púlpito con ricas maderas y mármoles policromados de Francisco de Barahona, las originales y bellísimas piezas de plata y coral exhibidas en urnas de las pilastras, las urnas relicarios de madera dorada que están en el presbiterio, los cuatro cobres de procedencia flamenca, las pinturas sobre mármol de la Inmaculada y de la Virgen con el Niño debida ésta a Sassoferrato, etc. Muy importante es la Virgen de Belén en la parte central del altar mayor.

Otras dependencias, como el Refectorio y la Sala de Cabildos de invierno, piso superior, se han convertido en sede de la Biblioteca y del Gabinete de Estampas.