miércoles, 14 de octubre de 2015

Iglesia de Santa María la Blanca



 El único templo de Sevilla que conserva restos de las tres religiones es Santa María la Blanca. fue mezquita, después sinagoga y, finalmente, iglesia cristiana.

Tras los trabajos finalizados recientemente, se ha podido comprobar que el único templo de Sevilla que conserva restos de las tres religiones es Santa María la Blanca. fue mezquita, después sinagoga y, finalmente, iglesia cristiana. En la segunda fase de los trabajos de restauración terminados en enero de 2.013, los arqueólogos han encontrado por primera vez restos de estructuras, tanto de la mezquita como de la sinagoga judía, que apuntan a que el actual templo cristiano no se levantó a costa de destruir los anteriores, sino utilizando al menos parte de lo edificado.

La primitiva mezquita sería modesta, "de barrio", fundada intramuros de la ciudad, ante una de las antiguas puertas de entrada hoy desparecida, llamada de Bab Chauar o de las Perlas, más tarde de Minjoar y actualmente de la Carne.

Después de la reconquista de la ciudad por parte del rey Fernando III, su hijo Alfonso, mediante un Privilegio Rodado fechado en 5 de agosto de 1.252, cede a la Iglesia de Sevilla todas las mezquitas de la ciudad, excepto las tres que se encontraban en el interior del barrio de la judería, que se transforman en sinagogas y, posteriormente, en las iglesias cristianas de san Bartolomé, santa Cruz y santa María la Blanca. En concreto, la sinagoga de santa María la Blanca es consagrada al culto cristiano en 1.391, justo después de la matanza de judíos instigada por el tristemente famoso arcediano de Écija, Ferrán Martínez. Tras los trabajos finalizados recientemente, se ha podido comprobar que el único templo de Sevilla que conserva restos de las tres religiones es Santa María la Blanca.

En la construcción de la nueva iglesia sigue las trazas cristianas del arte gótico, con portada de arco apuntalado y aprovechamiento de las columnas y capiteles romanos que todavía se conservan en el muro lateral de la calle Archeros.

La configuración  del edificio actual data del siglo XVII y en ella tuvo una especial intervención el canónigo de la catedral Justino de Neve, cuya vinculación con este templo comienza en 1657 cuando ingresa en su Hermandad sacramental, figurando veinte años más tarde como Hermano Mayor de la misma.

Las obras fueron realizadas en dos fases: la primera en 1660, cuando se alzó su capilla mayor, que debió ser levantada por Pedro Sánchez Falconete, el cual en 1651 ya había construido la espadaña, que fue respetada. El retablo es también de 1660, según testimonio de Torre Farfán por el que sabemos que del templo primitivo solo se conservó esta capilla, por ser de realización reciente.

La segunda fase en la construcción de la iglesia (de 1662 a 1665) Se quitaron las primitivas columnas de piedra que estaban en mal estado y se sustituyeron por cinco pares de columnas de jaspe rojo y sobre ellas se voltearon arcos semicirculares. El templo quedó configurado como  una planta de forma rectangular con una prolongación de la cabecera y con dos cuerpos, también rectangulares, que se adosan en el muro de la nave de la Epístola, abierto a la calle Archeros. Su interior se organiza según tres naves, prácticamente de la misma altura,  divididas en seis tramos a través de dos hileras de columnas toscanas que a partir de arcos de medio punto, reciben los pesos de sus bóvedas, de cañón con falsos lunetos en la nave central, y de aristas en las laterales. En el teórico crucero se eleva una bóveda semiesférica iluminada por dos óculos laterales. En julio de 1663 el propio Justino de Neve contrató con el cantero Gabriel de Mena la labra de diez columnas con un coste de 500 ducados, y el contrato para la realización de las cubiertas fue firmado en julio del año anterior.

La decoración interior del templo está fundamentada principalmente en yeserías barrocas de ángeles  y recargadas de elementos vegetales trazadas  por Pedro Sánchez Falconete y decoradas por Pedro de Borja, según Teodoro Falcón. Estas dan una gran carga de apariencia barroca que enmascara por completo las trazas góticas originales.

Este panorama decorativo se completa con cuatro grandes lienzo semicirculares que encargó Justino Neve a Bartolomé Esteban Murillo de gran calidad técnica y excelente composición. Dos más grande situados en los intercolumnios del espacio que precede al presbiterio. Los otros dos, algo menores, se colocaron en los testeros de las naves laterales. Los dos primeros fueron expoliados durante la invasión francesa. En la actualidad se hallan en el Museo del Prado y en su lugar existen en la iglesia sendas réplicas.

Finalmente, dentro del epígrafe de la decoración, hay que citar los azulejos que decoran los muros del templo y de algunas capillas, idénticos a los que se hallan en la Sacristía de la iglesia del Sagrario, que fueron realizados por Diego de Sepúlveda.

Las obras concluyeron a principios de Julio de1665, siendo consagrado el templo el 5 de Agosto siguiente, festividad de Ntra. Sra. de las Nieves

La imagen de Nuestra Señora de las Nieves, realizada por Juan de Astorga a comienzos del siglo XIX, preside precisamente el retablo del presbiterio. Barroco de hacia 1690, que presenta columnas salomónicas  como elementos estructurales con tallas de Santa Justa y Rufina en los laterales .

Destacan además los dos retablos existentes en la capilla Sacramental, que se encuentra situada en la nave de la Epístola. De éstos, el que preside la capilla, y situado en el muro de la izquierda, es conocido como el retablo de la Cofradía del Lavatorio, y en él pueden contemplarse las imágenes de el Crucificado del Mandato,  que se ubica en su parte central, entre las figuras de la Virgen y San Juan. En el frente, otro retablo de líneas muy barrocas y gran valor artístico, está presidido por la figura de San José con el Niño, atribuido a Cristóbal Ramos del siglo XVIII.

Exteriormente, y por encontrarse la iglesia adosada a una esquina de una manzana de viviendas, cuenta con dos fachadas muy distintas entre sí, en este caso ambas de medianas dimensiones.

La principal, situada a los pies de la iglesia se organiza en forma de torre-fachada, con un arco apuntado y abocinado, cuya rosca exterior se decora a base de puntas de diamante labradas en piedra. Sobre este primer cuerpo se levantan otros tres, con huecos altos y estrechos, los dos superiores para alojar campanas.

viernes, 2 de octubre de 2015

Archivo General de Indias


Un precioso edificio con un carácter diferente al resto que se puede ver en la capital hispalense, una belleza del Renacimiento Herreriano, declarado Patrimonio de la Humanidad.

El edificio que hoy alberga el Archivo fue construido para alojar el cada vez mayor número de comerciantes que, reunidos en torno a la Universidad de Mercaderes primero y tras 1546 constituidos como consulado, necesitaban un espacio propio para celebrar sus tratos y resolver sus pleitos. El conflicto generado entre el cabildo de la catedral y los mercaderes por la ocupación de los espacios sagrados de la catedral para menesteres tan poco piadosos como los que guiaban a los comerciantes dio el definitivo empuje para que en 1583 comenzaran las obras de construcción de la Lonja de Mercaderes.

El arquitecto real, Juan de Herrera, fue el encargado del diseño de un edificio cuya construcción se prolongó hasta 1646. A cargo de las obras estuvieron varios prestigiosos arquitectos como Juan de Minjares, Alonso de Vandelvira y Miguel de Zumárraga quienes, sobre todo este último, alteraron algunas de las ideas del proyecto original al introducir elementos innovadores en su construcción, como el abovedamiento de la planta superior, para aligerar la habitual solución herreriana de techo a dos aguas, más pesada y que presentaba un mayor riesgo de incendio.

La segunda mitad del siglo XVII trajo consigo la decadencia política y comercial del imperio español que, inevitablemente, debía causar contraste con la reciente finalización de las obras de la lonja. En 1717 la sede del comercio ultramarino se traslada a Cádiz, quedando en Sevilla únicamente una Diputación de Comercio. La infrautilización del edificio fue tan manifiesta que llegaron a habilitarse viviendas particulares en su interior mientras que la institución que promovió su construcción periclitaba.

La elección en 1781 de la Lonja de Mercaderes de Sevilla como sede del gran proyecto ilustrado que iba a ser el Archivo General de Indias detuvo la degradación del edificio. Una vez desalojados los inquilinos y dividido el espacio entre la Diputación de Comercio y el emplazamiento del archivo y sus dependencias, Luca Cintora, arquitecto de los Reales Alcázares, acometió una audaz obra de readaptación del edificio para servir a los fines de depósito documental. Su discutida intervención procuró por un lado recuperar en la medida de lo posible el proyecto de Juan de Herrera, devolviendo la diafanidad a las galerías y por otro lado reformar la escalera de acceso confiriéndole con un generoso revestimiento de mármol la actual suntuosidad.

Se trata de una edificación exenta, con planta y patio central en forma cuadrada, de 56 metros de lado, asentado sobre un podio, cuenta con dos pisos de altura, combina en su exterior ladrillos rojos y elementos de piedra, combinación que se continuaría en distintos edificios sevillanos.

En su interior está el patio central, construido en piedra y de amplias proporciones, mostrando arcos sujetados en los pilares con medias columnas.

Tras las cristaleras del patio se desarrollan unas amplias galerías. Las de la planta superior se cubren con cubiertas abovedadas decoradas con casetones y relieves de tipo geométrico, muy propias del estilo renacentista y sobrias, de alto valor decorativo, separadas por tramos a través de arcos fajones de medio punto.

Destaca la actual escalera principal del edificio, proyecto de Lucas Cintora, que fue realizada con posterioridad a la construcción del edificio, a finales del siglo XVIII, y se encuentra decorada con enchapaduras de mármol. Sobre la escalera se abre una cúpula en linterna.

De la calidad del edificio dan fe los mármoles con que se recubren sus superficies, mármoles en varios tipos de colores, tallados con formas decorativas en las paredes y superficies de la escalera, y cortados y combinados con precisión en las solerías de las distintas salas y zonas en las que se compartimentan las galerías.

Sobre los laterales de las galerías se disponen altas estanterías talladas en madera noble, elevadas del suelo sobre un banco corrido de mármol rojo, que se realizan para el desempeño del los fines archivísticos, en donde se guarda gran cantidad de documentos de incalculable valor.

En octubre de 1785 empiezan a llegar al Archivo los primeros documentos. Desde entonces y en distintas remesas se van incorporando los fondos de las principales instituciones relacionadas con las Indias hasta convertir al archivo en el principal depósito documental para el estudio de la administración española en el Nuevo Mundo y las Filipinas. En el momento de constituir el archivo, se toma el año 1760 como fecha divisoria entre lo administrativo y lo histórico, de forma que los documentos anteriores a esa fecha habían de ser remitidos al Archivo de Indias, quedando la documentación posterior a dicha fecha al servicio de los organismos que habían producido los documentos.

El Archivo guarda documentos correspondientes al Nuevo Mundo, desde el momento del Descubrimiento hasta el siglo pasado, tales como autógrafos de los principales protagonistas de la gesta colonizadora, la solicitud de un puesto en Indias de Miguel de Cervantes, el original de la Bula de demarcación de Alejandro VI, planos de las principales ciudades americanas, etc...

Los documentos que hoy conserva el archivo ocupan más de nueve kilómetros lineales de estantería. Se trata de unos 43.000 legajos con unos 80 millones de páginas que proceden, fundamentalmente, de los organismos metropolitanos encargados de la administración de las colonias. encargados de la administración de las colonias. Entre los fondos del Archivo cabe destacar el diario de Cristóbal Colón, los planos de las primeras poblaciones americanas, o cartas de Magallanes, Hernán Cortés, Felipe II, Cervantes y George Washington.

Como han visto se trata de un precioso edificio con un carácter diferente al resto que se puede ver en la capital hispalense, una belleza del Renacimiento Herreriano, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, junto a la Catedral y el Alcázar de Sevilla.