El máximo esplendor de este edificio lo
alcanzó a mediados del siglo XIX, cuando se convirtió en residencia de los
duques de Montpensier.
El 10 de marzo de 1682 se inició la
construcción del edificio sobre unos terrenos ubicados extramuros de la ciudad,
que eran propiedad del Tribunal de la Inquisición, para instalar en él la sede
del Colegio-Seminario de la Universidad de Mareantes, institución que acogía y
formaba a huérfanos de marineros, y que se convirtió un siglo después en el
Colegio de la Marina, en el que ingresó en 1846 el poeta Gustavo Adolfo
Bécquer. La denominación de San Telmo es debido a que éste es el patrón de los
navegantes, y su figura preside la imponente puerta principal. Anteriormente,
durante los siglos XVI y XVII, la Universidad de Mareantes estuvo situada en la
calle Betis.
A partir de 1847 dejó de funcionar como
tal, y fue destinado para diferentes usos, siendo sede de la Sociedad del
Ferrocarril o de la Universidad Literaria, encontrándose infrautilizado y con
sus obras paralizadas.
El máximo esplendor de este edificio lo
alcanzó a mediados del siglo XIX, cuando se convirtió en residencia de los
duques de Montpensier. Es en 1849 cuando este edificio fue adquirido por
Antonio de Orleans y María Luisa Fernanda de Borbón, duques de Montpensier, que
lo convirtieron en su residencia oficial.
Los Duques de Montpensier compran el
edificio, las fincas del antiguo convento de San Diego y la Huerta de Isabela,
fijando aquí su residencia. Se termina la torre norte, se levanta el ala este y
salón de baile al sur, y se restaura la portada principal incorporando escudos
de las casas de Orleáns-Borbón y se remata con un reloj.
Las fincas del convento y huerta Isabela
se ajardinan al estilo versallesco y se cercan todas las propiedades por cancel
de fundición sevillana.
Las nuevas estancias son estucadas y
doradas por Pelli y Rossi y vestidas sus paredes por pinturas traídas del
Palacio de Vista Alegre. Los techos del salón de baile son decorados por Rafael
Tejeo.
Antonio de Orleans, Duque de Montpensier,
aspiró a la corona de España intentando un matrimonio con Isabel II, pero
finalmente casó con su hermana, la infanta María Luisa Fernanda, renunciando a
cualquier pretensión. No obstante, llegaron a constituir una minicorte,
realizando viajes oficiales a diferentes puntos de España, al estilo de la
realeza (como los realizados a Málaga o Covadonga), o apoyando a diferentes
artistas, entre los que destacaron, además de pintores, un cierto número de
practicantes de ese nuevo arte, casi mágico, que se llamaba Fotografía. El
Duque se convirtió en un gran aficionado, no faltando en su biblioteca álbumes
repletos de vistas de Masson, Clifford y otros. A finales de siglo, muerto ya
su esposo, la infanta María Luisa cedió a la ciudad de Sevilla una gran parte
del terreno anexo al palacio, espacio en el que se construyó el parque y jardín
que lleva su nombre.
El terreno anexo al palacio abarcaba gran
parte de lo que hoy es el parque de María Luisa, y tenía su propio embarcadero
para comunicarse con el río Guadalquivir.
El salón principal del palacio fue
escenario el 12 de diciembre de 1877 de la pedida de mano de su hija María de
las Mercedes de Orleans por parte del duque de Sesto, José Isidro Osorio y
Silva-Bazán, y el senador Francisco Marín de San Martín, marqués de la
Frontera, en nombre de Alfonso XII de España, mediante una carta manuscrita del
rey.
Al fallecer en 1897 la infanta María
Luisa Fernanda, duquesa viuda de Montpensier, legó el palacio a la
Archidiócesis de Sevilla y cedió sus jardines, que hoy forman el Parque de
María Luisa, a la ciudad de Sevilla, aunque su trazado fue modificado con ocasión
de la exposición de 1929.
En 1901, siendo arzobispo de la ciudad
Marcelo Spínola, el palacio se convirtió en seminario, hasta el año 1989 en que
fue cedido por el arzobispado de Sevilla a la Junta de Andalucía, para albergar
la sede del gobierno autonómico, uso que mantiene en el día de hoy.
En 1991 se comenzó su rehabilitación para
convertirlo en sede oficial de la presidencia de la Junta de Andalucía,
iniciándose en 2005 una segunda fase de restauración centrada principalmente en
rescatar la estructura original y detalles del interior del edificio, que
habían sido sometidos a múltiples intervenciones que los habían desvirtuado. El
proyecto estuvo a cargo del arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra.
Descripción
del edificio
El palacio está considerado como uno de
los más bellos ejemplos del barroco sevillano. La planta es rectangular, con
dos plantas más ático, torreones en las esquinas, jardines y varios patios
interiores, contando el principal con un claustro cuadrado en el centro.
Su construcción se inicia en 1.682. Las
obras estuvieron a cargo de Antonio Rodríguez (1682 a 1696) y tras un periodo
de inactividad fue terminado por Leonardo de Figueroa (1722 a 1730).
En su fachada principal destaca su
portada de estilo churrigueresco terminada en 1754. Es obra de Matías y Antonio
Matías Figueroa, hijo y nieto de Leonardo de Figueroa. Su coste fue de 50.000
pesos. La portada se compone de tres cuerpos, el de abajo está compuesto por
una puerta flanqueada por tres columnas toscanas a cada lado con fustes
ornamentados, que sirven para sustentar el segundo cuerpo, formado por un
balcón balaustrado sostenido por atlantes con aspectos de indios. Rodean al
balcón doce figuras de mujer, alegóricas de las ciencias y las artes
relacionadas con los estudios de náutica. Remata la fachada un conjunto en el
que, enmarcada por columnas, se encuentra la figura de San Telmo, patrón de los
navegantes, flanqueado por los patronos de la ciudad: San Fernando y San
Hermenegildo.
En el interior destaca la escalera
imperial terminada en 1796, el salón de columnas, decorado con pinturas de
Rafael Tegeo, y una iglesia o capilla, con decoración barroca y pinturas
murales de Domingo Martínez.

Al instalarse los Montpensier, a mediados
del siglo XIX, el palacio sufrió importantes reformas, entre ellas la de la
fachada septentrional que hoy da a la calle Palos de la Frontera, en dirección
al Hotel Alfonso XIII, en la que se dispusieron una serie de esculturas de
tamaño natural representando a los Doce Sevillanos Ilustres, ejecutadas en
1895, obra del escultor romántico Antonio Susillo. Estas esculturas son las
siguientes:
• Juan Martínez Montañés, escultor.
• Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz
y capitán general de la Reconquista de Granada.
• Diego Rodríguez de Silva y Velázquez,
pintor.
• Miguel de Mañara. Caballero y
filántropo fundador del Hospital de la Caridad.
• Lope de Rueda, escritor.
• Diego Ortiz de Zúñiga, historiador y
escritor.
• Fernando de Herrera, poeta.
• Luis Daoíz, héroe militar de la Guerra
de la Independencia Española.
• Benito Arias Montano, humanista.
• Bartolomé Esteban Murillo, pintor.
• Fernando Afán de Ribera y Enríquez,
duque de Alcalá, humanista.
• Fray Bartolomé de las Casas, religioso,
obispo de Chiapas, (México) y protector de los indios.
Entre ellos hay tres que son sevillanos
de adopción, pues no nacieron en la ciudad, aunque vivieron y murieron en ella,
y son: Benito Arias Montano, de Fregenal de la Sierra (Badajoz), Rodrigo Ponce
de León, de Cádiz, y Juan Martínez Montañés, de Alcalá la Real (Jaén).