El castillo de San Jorge fue una
fortificación medieval construida en el margen Oeste del río Guadalquivir, en
Sevilla, que fue usada también como sede y prisión de la Inquisición Española. Se
encuentra en el barrio de Triana. Junto al mercado de abastos se encuentra el
Callejón de la Inquisición, que formaba parte de la fortificación y que en la
actualidad comunica la calle Castilla con el paseo Nuestra Señora de la O.
Sus orígenes son antiguos pero inciertos,
quizás de la época visigoda, cuando se levantó en el lugar algún tipo de
construcción de tipo defensiva para la ciudad.
En 1.171, Abu Yacub Yusuf, rey de
Sevilla, mandó construir el puente de barcas amarrando las gruesas cadenas a
los muros del castillo. Durante casi siete siglos fue la única comunicación de
Sevilla con Triana, el Aljarafe y la Sierra Norte. De sólo siete años más tarde
son las noticias ciertas sobre este castillo, que refieren su ataque al mando
del infante don Sancho. No obstante, sería finalmente el rey Fernando III
quien, con la ayuda de la flota de Ramón Bonifaz que rompió las cadenas y con
ello la barrera del puente, el que conseguiría su toma y ocupación, junto con
la de toda la ciudad, cuando ésta cayó en poder de su ejército de reconquista
en el año 1248.
El castillo, tras esa fecha y hasta el
año 1280 perteneció a la Orden Militar de San Jorge, y fue sede de la primera
parroquia de Triana. A partir de entonces, y hasta casi la mitad del siglo XV
su gobierno estaría reservado a los sucesivos alcaides asignados para ello,
personajes de gran relevancia, dado el alto valor defensivo que suponía este
castillo para Sevilla. A partir de 1450 su importancia como elemento defensivo
iría disminuyendo con los años, siendo abandonado hasta que en el año 1481 se
estableció en él la sede de la Inquisición.
La pesquisa secreta -la verdadera
inquisición- se llevó a cabo en el castillo de Triana: allí eran metidos los
reos, donde el Tribunal los sometía a interrogatorio y en su caso a tormentos;
allí también aguardaban su ejecución los relajados al brazo secular. La
burocracia inquisitorial no dispuso de mucho espacio en el castillo: consta que
los inquisidores Corro y Monte tuvieron ásperas diferencias por una camarilla,
prueba de que apenas había holgura para rebullirse; y provocó envidias el
despacho unipersonal del notario Domingo de Azpeitia. La cárcel era malsana,
por húmeda o por calurosa, dependiendo del piso donde tocara la celda.
Esta institución se mantuvo en este lugar
hasta 1626, año en el que lo abandonó por el continuo deterioro de sus muros
debido a las fuertes crecidas con que a veces arreciaba del río, siendo
concedido entonces al Conde Duque de Olivares, que se ocuparía de su reparación
y cuidado y de la vigilancia sobre las mercaderías realizadas a sus puertas; y
sólo hasta 1639, año en el que volvió a ser sede de la Inquisición hasta su
marcha definitiva en 1785.
Posteriormente se donó a la ciudad el
castillo para que pudiera abrir un paso desde el Altozano hasta la calle
Castilla, levantando casas a ambos lados, para lo cual se demolieron sus
dependencias, quedando parte de él en solar.
En 1823 se instala en el solar del
Castillo el Mercado de Triana, que ha seguido en funcionamiento hasta la
actualidad con sucesivas reformas. Bajo el Mercado se llevaron a cabo numerosas
excavaciones arqueológicas, que concluyeron en la necesidad de musealizar los
restos.
Convertidos sus restos en un centro de
interpretación y museo de la Inquisición, sobre las ruinas se edificó el actual
mercado de abastos de Triana.
En 2009 el Ayuntamiento de Sevilla
inaugura el proyecto del Castillo de San Jorge, creando así un centro de
interpretación, el Centro Temático del Castillo de San Jorge sobre la opresión
religiosa, social y cultural que ejercía el Tribunal de la Inquisición,
instaurado en Sevilla por los Reyes Católicos. Este museo se ha ubicado en los
restos de la cripta del castillo, situado en el Mercado de Triana.
El Centro dispone de una sala sensorial
donde, gracias al juego de videoinstalaciones, se recrea la atmósfera de
indefensión de las víctimas y abusos de poder de los inquisidores. En la parte
inferior, el recorrido transcurre hacia la antigua barbacana por una pasarela
desde la que se pueden observar los restos arqueológicos conservados, como el
pavimento de las calles que conducían al puente de barcas, la vivienda del
notario o la sala de Audiencias.
El recorrido termina en el panel de las
víctimas, instalado sobre el muro de la antigua cárcel, con el relato de
diversos casos reales.
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