Aunque en su patio pueden apreciarse
resquicios de la época romana y visigoda, fue levantada sobre los restos de la
mezquita de Ibn Adabbas, la primera mezquita mayor de la Isbilya califal (siglo
IX), de la cual aún se conserva parte de su patio de oración (sahn) y la base
de su torre alminar.
Este centro religioso, así como su
entorno, ostentaba gran importancia incluso en el desarrollo cotidiano de las
gentes, por lo que cuando los cristianos conquistaron Sevilla, en 1248 por las
tropas de Fernando III «el Santo», a pesar de permitir en un principio su uso
musulmán, en 1340 deciden convertirla en la parroquia del Salvador. Además, se
convino mantener el rango ostentado de segundo templo de la ciudad; y para ello
le fue otorgado el carácter de colegiata.
Así este edificio sostendría un uso
religioso hasta el año 1671, cuando el paso del tiempo consiguió escribir sobre
ella tan fuerte deterioro que obligó a la demolición de la vieja mezquita junto
con sus reformas y añadidos cristianos, para levantar en su lugar una nueva
iglesia de acuerdo a las técnicas y a la estética del momento.
Su construcción, tal y como la vemos hoy,
dio comienzo en 1674 bajo la dirección del maestro de obras Esteban García,
finalizando en 1712 a manos del arquitecto Diego Antonio Díaz, tras la
importante intervención en ella de Leonardo de Figueroa.
A mediados del siglo XIX la iglesia
cambió de rango, pasando de colegial a parroquia, lo cual supuso el comienzo de
una nueva serie de obras para adecuarla a su nuevo cometido, perdiendo además
parte de su patrimonio artístico. Fue también en este tiempo cuando se
concluyeron las tres portadas de su fachada principal, que fueron enmarcadas
según el diseño del escultor Diego López en 1889; y solo unos años después, en
1896, se instaló en su frente la verja de hierro fundido como elemento de
aislamiento y protección.
Más tarde volvería a ser sometida a un
profundo trabajo de restauración que no finaliza hasta el 2008.
Bien de interés cultural, la iglesia del
Salvador de Sevilla está catalogada como monumento desde 1985.
Se trata de una gran iglesia de estilo
barroco y planta rectangular, en la que sobresale levemente la cabecera; con
tres naves de igual altura y pequeñas capillas rodeando la iglesia con
corredores por encima. Los soportes son pilares cuadrangulares con medias
columnas adosadas; la cruz latina se cubre con bóveda de cañón, los demás
tramos con bóveda de arista, y el crucero con una gran cúpula con linterna
sobre tambor poligonal. La decoración pone una nota de moderado barroquismo al
templo, tanto en la movida hojarasca de los paños interiores como en la fachada
monumental, acomodada a la estructura interior del templo, que presenta un
pesado frente a la manera de las iglesias contrarreformistas, y sigue el
esquema serliano de tres puertas, una por cada nave; con pilastras corintias
hasta la cornisa; con ático con aletones y torrecillas en los extremos, siendo
sustituido el clásico frontón barroco por una ligera espadaña flanqueada por
dos pináculos.
Se grandiosa arquitectura es digna de la
enorme riqueza que en ella se encierra, especialmente en cuanto a la imaginería
religiosa, en la que destaca la portentosa imagen de Nuestro Padre Jesús de la
Pasión, de Juan Martínez Montañés, y la del crucificado Cristo del Amor, obra
de su discípulo Juan de Mesa; dos de los máximos exponentes de la imaginería
andaluza, clásica y barroca, respectivamente.
En la nave de la epístola se sitúan:
Retablo de las “Santas Justa y Rufina”.
Realizado por los hermanos Cristóbal y Pedro de la Vega (1730), se encuentra
presidido por imágenes titulares del siglo XVIII acompañadas en el ático por
“Maria Magdalena”, atribuida al taller de Pedro Duque Cornejo.
Retablo de “Ntra. Señora de las aguas”.
Obra de José Maestre (1724) está formado por banco, cuerpo y ático. Se
encuentra presidido por imagen titular anónima del siglo XVIII flanqueada por
las esculturas de "San Isidoro" y "San Leandro", obras
estas de Felipe de Castro.
Retablo de “San Cristóbal”. De estilo
barroco del siglo XVIII cuya imagen titular es obra de Juan Martínez Montañés
(1597).
Retablo de la “Virgen Milagrosa” de
estilo neoclásico del siglo XIV.
Retablo de “Ntra. Señora del Carmen” de
principios del siglo XVIII.
Al lado del presbiterio se encuentra el
altar de estilo barroco de los “Santos Crispín y Crispiniano”. En su parte
superior se encuentran las esculturas titulares del siglo XVII, y en su parte
central imagen de la “Virgen de los Dolores” obra del siglo XVIII.
Retablo de la Hermandad del Amor.
Presidido por imagen del “Cristo del Amor” es obra de Juan de Mesa (1618-1620).
A sus pies, el pelicano, que representa la muerte del Redentor flanqueado por
imagen anónima de “Ntra. Señora del Socorro”, obra del siglo XIX y por
“Santiago Mayor”, obra del siglo XVII.
En la nave del evangelio se sitúan:
Retablo del “Cristo de los Afligidos”.
Obra barroca de Gaspar Gines (1635). Está presidido en el centro por imagen
titular anónima del siglo XVII y en la parte inferior urna con imagen de la
“Virgen” atribuida a Cristóbal Ramos. En el ático relieve de la "Santísima
Trinidad" coronada por San Miguel.
La capilla sacramental. De estilo barroco
es obra de Cayetano Acosta (1770) y está decorada por columnas y estípetes. En
su hornacina central se sitúa el “Cristo de la Pasión” obra de Martínez
Montañés y en el ático "Alegoría a la Eucaristía", se encuentra
flanqueado por "San Carlos Borromeo" y "San Felipe de
Neri". Estas imágenes pertenecen a la hermandad de la Pasión.
Retablo de "Santa Ana y la Virgen
Niña”. Titular realizado por José Montes de Oca de mediados de siglo XVIII
flanqueada por esculturas de "San Joaquín" y "San Antonio".
En el ático "San Miguel", "San Leandro" y "San
Isidoro".
Retablo del “Santo Cristo de la Humildad
y Paciencia” de estilo neoclásico de primeros del siglo XIV y titular del siglo
XVIII.
Retablo de la “Virgen del Rocío” de
mediados de siglo XVIII.
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