sábado, 16 de abril de 2016

Palacio de San Telmo


El máximo esplendor de este edificio lo alcanzó a mediados del siglo XIX, cuando se convirtió en residencia de los duques de Montpensier.

El 10 de marzo de 1682 se inició la construcción del edificio sobre unos terrenos ubicados extramuros de la ciudad, que eran propiedad del Tribunal de la Inquisición, para instalar en él la sede del Colegio-Seminario de la Universidad de Mareantes, institución que acogía y formaba a huérfanos de marineros, y que se convirtió un siglo después en el Colegio de la Marina, en el que ingresó en 1846 el poeta Gustavo Adolfo Bécquer. La denominación de San Telmo es debido a que éste es el patrón de los navegantes, y su figura preside la imponente puerta principal. Anteriormente, durante los siglos XVI y XVII, la Universidad de Mareantes estuvo situada en la calle Betis.

A partir de 1847 dejó de funcionar como tal, y fue destinado para diferentes usos, siendo sede de la Sociedad del Ferrocarril o de la Universidad Literaria, encontrándose infrautilizado y con sus obras paralizadas.

El máximo esplendor de este edificio lo alcanzó a mediados del siglo XIX, cuando se convirtió en residencia de los duques de Montpensier. Es en 1849 cuando este edificio fue adquirido por Antonio de Orleans y María Luisa Fernanda de Borbón, duques de Montpensier, que lo convirtieron en su residencia oficial.

Los Duques de Montpensier compran el edificio, las fincas del antiguo convento de San Diego y la Huerta de Isabela, fijando aquí su residencia. Se termina la torre norte, se levanta el ala este y salón de baile al sur, y se restaura la portada principal incorporando escudos de las casas de Orleáns-Borbón y se remata con un reloj.

Las fincas del convento y huerta Isabela se ajardinan al estilo versallesco y se cercan todas las propiedades por cancel de fundición sevillana.

Las nuevas estancias son estucadas y doradas por Pelli y Rossi y vestidas sus paredes por pinturas traídas del Palacio de Vista Alegre. Los techos del salón de baile son decorados por Rafael Tejeo.

Antonio de Orleans, Duque de Montpensier, aspiró a la corona de España intentando un matrimonio con Isabel II, pero finalmente casó con su hermana, la infanta María Luisa Fernanda, renunciando a cualquier pretensión. No obstante, llegaron a constituir una minicorte, realizando viajes oficiales a diferentes puntos de España, al estilo de la realeza (como los realizados a Málaga o Covadonga), o apoyando a diferentes artistas, entre los que destacaron, además de pintores, un cierto número de practicantes de ese nuevo arte, casi mágico, que se llamaba Fotografía. El Duque se convirtió en un gran aficionado, no faltando en su biblioteca álbumes repletos de vistas de Masson, Clifford y otros. A finales de siglo, muerto ya su esposo, la infanta María Luisa cedió a la ciudad de Sevilla una gran parte del terreno anexo al palacio, espacio en el que se construyó el parque y jardín que lleva su nombre.

El terreno anexo al palacio abarcaba gran parte de lo que hoy es el parque de María Luisa, y tenía su propio embarcadero para comunicarse con el río Guadalquivir.

El salón principal del palacio fue escenario el 12 de diciembre de 1877 de la pedida de mano de su hija María de las Mercedes de Orleans por parte del duque de Sesto, José Isidro Osorio y Silva-Bazán, y el senador Francisco Marín de San Martín, marqués de la Frontera, en nombre de Alfonso XII de España, mediante una carta manuscrita del rey.

Al fallecer en 1897 la infanta María Luisa Fernanda, duquesa viuda de Montpensier, legó el palacio a la Archidiócesis de Sevilla y cedió sus jardines, que hoy forman el Parque de María Luisa, a la ciudad de Sevilla, aunque su trazado fue modificado con ocasión de la exposición de 1929.

En 1901, siendo arzobispo de la ciudad Marcelo Spínola, el palacio se convirtió en seminario, hasta el año 1989 en que fue cedido por el arzobispado de Sevilla a la Junta de Andalucía, para albergar la sede del gobierno autonómico, uso que mantiene en el día de hoy.

En 1991 se comenzó su rehabilitación para convertirlo en sede oficial de la presidencia de la Junta de Andalucía, iniciándose en 2005 una segunda fase de restauración centrada principalmente en rescatar la estructura original y detalles del interior del edificio, que habían sido sometidos a múltiples intervenciones que los habían desvirtuado. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra.

Descripción del edificio

El palacio está considerado como uno de los más bellos ejemplos del barroco sevillano. La planta es rectangular, con dos plantas más ático, torreones en las esquinas, jardines y varios patios interiores, contando el principal con un claustro cuadrado en el centro.

Su construcción se inicia en 1.682. Las obras estuvieron a cargo de Antonio Rodríguez (1682 a 1696) y tras un periodo de inactividad fue terminado por Leonardo de Figueroa (1722 a 1730).

En su fachada principal destaca su portada de estilo churrigueresco terminada en 1754. Es obra de Matías y Antonio Matías Figueroa, hijo y nieto de Leonardo de Figueroa. Su coste fue de 50.000 pesos. La portada se compone de tres cuerpos, el de abajo está compuesto por una puerta flanqueada por tres columnas toscanas a cada lado con fustes ornamentados, que sirven para sustentar el segundo cuerpo, formado por un balcón balaustrado sostenido por atlantes con aspectos de indios. Rodean al balcón doce figuras de mujer, alegóricas de las ciencias y las artes relacionadas con los estudios de náutica. Remata la fachada un conjunto en el que, enmarcada por columnas, se encuentra la figura de San Telmo, patrón de los navegantes, flanqueado por los patronos de la ciudad: San Fernando y San Hermenegildo.

En el interior destaca la escalera imperial terminada en 1796, el salón de columnas, decorado con pinturas de Rafael Tegeo, y una iglesia o capilla, con decoración barroca y pinturas murales de Domingo Martínez.

La capilla, a la que se accede desde uno de los patios es obra del arquitecto Leonardo de Figueroa y en su decoración interior participaron: Pedro Duque y Cornejo como escultor, Miguel de Quintana como cantero, Domingo Martínez como pintor y Juan Tomás Díaz como carpintero, y es de un exuberante barroquismo. Está presidida por la imagen de Nuestra Señora del Buen Aire, una talla de principios del siglo XVII. Las figuras de “San José” y “San Antonio” son obras de Duque Cornejo y el cancel con motivos astrológicos de Juan Tomás Díaz.

Al instalarse los Montpensier, a mediados del siglo XIX, el palacio sufrió importantes reformas, entre ellas la de la fachada septentrional que hoy da a la calle Palos de la Frontera, en dirección al Hotel Alfonso XIII, en la que se dispusieron una serie de esculturas de tamaño natural representando a los Doce Sevillanos Ilustres, ejecutadas en 1895, obra del escultor romántico Antonio Susillo. Estas esculturas son las siguientes:



• Juan Martínez Montañés, escultor.
• Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz y capitán general de la Reconquista de Granada.
• Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, pintor.
• Miguel de Mañara. Caballero y filántropo fundador del Hospital de la Caridad.
• Lope de Rueda, escritor.
• Diego Ortiz de Zúñiga, historiador y escritor.
• Fernando de Herrera, poeta.
• Luis Daoíz, héroe militar de la Guerra de la Independencia Española.
• Benito Arias Montano, humanista.
• Bartolomé Esteban Murillo, pintor.
• Fernando Afán de Ribera y Enríquez, duque de Alcalá, humanista.
• Fray Bartolomé de las Casas, religioso, obispo de Chiapas, (México) y protector de los indios.

Entre ellos hay tres que son sevillanos de adopción, pues no nacieron en la ciudad, aunque vivieron y murieron en ella, y son: Benito Arias Montano, de Fregenal de la Sierra (Badajoz), Rodrigo Ponce de León, de Cádiz, y Juan Martínez Montañés, de Alcalá la Real (Jaén).