sábado, 14 de marzo de 2015

Monasterio de Santa Paula





El Monasterio de Santa Paula se encuentra situado en la collación de San Román, entre las calles Santa Paula, Enladrillada y Pasaje Mallol, próximo al convento de Santa Isabel, a la parroquia de San Marcos y a la de San Román, en un entramado de calles muy cercanas a la antigua calle Real hoy San Luis que comunicaba la puerta de la Macarena con los Reales Alcázares.

El monasterio de Santa Paula se encuentra situado en el extremo de una manzana de grandes dimensiones. Sus huertas ocuparon extensiones considerables en el pasado, en el lugar donde se alzaron, más tarde, las naves industriales de la calle Pasaje Mallol.

El convento fue fundado en 1475, permaneciendo en uso hasta la actualidad, por lo que conserva todos los elementos que componen un convento femenino de clausura, compás, iglesia, portería, claustros, refectorio, enfermería, cocinas, sala de profundis, huertas, etc.

Su estructura es sumamente compleja, como resultado de las reformas que se han realizado en el transcurso de su historia. Se alternan grandes espacios vacíos que sirven de compases, patios o jardines y construcciones de gran porte, contrastando frente a fábricas de dimensión doméstica y configuración laberíntica.

Al convento se accede por dos puertas, una que abre al compás de los locutorios y otra que lo hace al compás principal o de la iglesia. Entre ambas se sitúa la vivienda del capellán.

La primera permite acceder a la puerta reglar, los cuartos de las hermanas porteras, la entrada al museo conventual y la capilla del Sagrado Corazón.
La segunda posee una portada de principios del siglo XVI, construida con fábrica de ladrillo agramilado y presenta un arco conopial y un cuerpo único entre baquetones, rematada por una hornacina de azulejos en la que figura Santa paula abrazada a un crucifijo. Desde el compás al que da paso se accede a la iglesia y a algunas antiguas edificaciones destinadas al servicio.

El interior de la iglesia presenta la típica disposición sevillana de la nave única cubierta por artesonado mudéjar, estructura que se puede encontrar en otros cenobios locales.

La iglesia fue construida entre 1483 y 1489. Su estructura es de cajón de nave única, cabecera plana con contrafuertes en diagonal y coros alto y bajo a los pies. El presbiterio se encuentra ligeramente elevado respecto al resto del templo. En cuanto a la cubrición, la cabecera presenta bóvedas nervadas de tracería gótica decoradas con pinturas murales, mientras que la nave lo hace con un magnífico artesonado de Diego López de Arenas ejecutado en 1623, con lacería, tirantes y piñas de mocárabes. Por último, en la sacristía se conserva una interesante bóveda esquifada mudéjar, montada sobre trompas.

En los muros laterales de la nave de la iglesia se distribuyen una serie de retablos embutidos en grandes vanos de medio punto, distribuyéndose en los paramentos perimetrales una rica decoración de yeserías realizadas por Diego López Bueno entre 1615-1623.

A los pies de la nave se encuentran ubicados los coros alto y bajo, dependencias de gran tamaño y planta rectangular separadas en planta baja por una doble reja de hierro y el la alta por una celosía de madera distribuida entres vanos, uno central de medio punto sobre columnas y dos laterales rectangulares sobre los que se abre un óculo.El coro bajo carece de sillería contando en su lugar con un banco corrido con zócalo realizado por azulejos cerámicos entre 1615 y 1616, realizados por Hernando de Valladares. En el coro alto se encuentra ubicado el museo conventual.

La portada de la iglesia, perteneciente al llamado estilo Reyes Católicos, se finalizó en 1504 y en ella se mezclan los estilos gótico, mudéjar y renacentista, lo que la dota de gran originalidad. Fue ejecutada por el escultor Pedro Millán y el ceramista Francisco Niculoso Pisano y en ella se mezclan el ladrillo agramilado con los arcos apuntados, alfices, flameros, láureas y medallones. La portada, achaflanada y adosada al muro de la iglesia, parte de un vano apuntado abocinado, con decoración en el tímpano del arco central que porta el escudo de los Reyes Católicos. Se encuentra recorrida por baquetones góticos, enmarcado el conjunto abocinado por un gran arco apuntado cuya rosca se presenta decorada con paneles cerámicos entre los que se disponen siete tondos en relieve realizados en el mismo material. Las enjutas de este gran arco también se decoran con azulejos y relieves de ángeles con los escudos de la orden. Por último la portada se remata por un entablamento coronado por una cenefa de azulejos en tonos blancos y verdes sobre la que se distribuyen remates alternados de flameros y cabezas de querubines en torno a una cruz central.Tras la cabecera del templo se encuentra la sacristía interior y lindando con el compás se dispusieron la sacristía de afuera y los confesonarios.

La clausura cuenta con un claustro principal y otro más pequeño conocido con el nombre "patio viejo", que centralizan la vida conventual. El primero es obra de Diego López Bueno del siglo XVII, época en que se amplía el convento como respuesta al aumento de la comunidad de monjas, convirtiéndose en claustro principal en sustitución del patio viejo.
 
Mediante una arquería de cuatro vanos, que emplea arcos de medio punto sobre columnas pareadas, se produce el tránsito entre uno y otro.

El patio viejo es de planta cuadrada levemente irregular, de galerías de arcos peraltados sobre columnas de mármol y enmarcados por alfiz, con fustes anillados, de diversas alturas y procedencias en el orden inferior, aunque de gran armonía. El segundo cuerpo se resuelve de forma desigual ya que un frente presenta balcones mientras que los restantes arcos de medio punto enmarcados por alfiz sobre pilares ochavados. Alrededor de él se distribuyen el refectorio, diversas celdas y el área de cocinas y procuración. Desde este patio se puede acceder a la enfermería, a diversas celdas, al refectorio y al callejón de las Gracias. El refectorio es una nave alargada ampliada recientemente, añadiéndosele una cabecera poligonal que penetra en el patio de Santa Paula.


Mediante una arquería de cuatro vanos de medio punto sobre columnas pareadas, se pasa del patio viejo al patio grande. Éste presenta planta cuadrada y doble arquería con columnas de mármol sobre las que apoyan arcos de medio punto, con capitel de castañuelas y cimacio en el inferior y capiteles toscanos en el cuerpo superior. Alrededor de él se distribuyen la enfermería, la iglesia, el despacho de la abadesa, las capillas de la Bendición y del Señor de la Corona, y la sala capitular.

Este claustro recibe perpendicularmente a su ala norte una larga sala rectangular, cubierta con bóveda de cañón, donde estaban los antiguos dormitorios bajos y altos. La pieza divide los grandes espacios libres al norte del monasterio: el jardín de Tiberiades y el de la Tebaida, y que en la actualidad se utiliza como sala de labor y estudio abajo, mientras que arriba tiene celdas dormitorios individuales.

El perímetro del monasterio se reserva para espacios auxiliares de menor entidad arquitectónica: almacenes, lavaderos, ropería, algunas celdas dispersas, sin olvidar el antiguo noviciado, con estructura diferenciada de casa.

Datos históricos
En Enero de 1473 el Papa Sixto IV concedió la bula fundacional de un monasterio a doña Ana de Santillán y Guzmán, ilustre dama de la nobleza que tras enviudar de su marido el jurado don pedro de Ortiz y perder a su única hija, decidió en 1469 recogerse en el emparedamiento o convento de San Juan de la Palma. En su retiro concibió la creación de un convento de clausura para la Orden de San Jerónimo bajo la advocación de Santa Paula, para la cual entregó unas casas de su propiedad en la collación de San Román, a las que se agregaron otras cercanas que fue adquiriendo la comunidad.

El 8 de junio 1475, se bendijo la iglesia, trasladándose al nuevo cenobio la fundadora y un grupo de doce monjas. Unos años después, en 1483 doña Isabel Enríquez, marquesa de Montemayor, viuda de don Juan, Condestable de Portugal, y amiga de la fundadora, promovió la edificación de la actual iglesia. En los muros laterales de la cabecera conservan los sepulcros del condestable, de doña Isabel y de un hermano de ésta, con sus empresas heráldicas en que se combinan las armas de los Enríquez y de Portugal.

Posteriores reformas y ampliaciones se sucedieron con particular intensidad en los siglos XVI y XVII, adquiriendo su configuración actual donde se mezclan estilos diversos.

El monasterio de Santa Paula fue el primero de la ciudad de Sevilla que recibió la declaración como Monumento Histórico, hecho que se produjo durante la Segunda República.

A finales del siglo XX el convento se ha visto sometido a numerosas obras de restauración y adaptación, entre ellas las relacionadas con la apertura del museo conventual, único instalado en una clausura sevillana.

No hay comentarios :

Publicar un comentario